Cada vez hay más debate entorno al problema de la desigualdad cuando se trata de erradicar la pobreza en un mundo, cuyos recursos y riqueza producidos al nivel mundial han llegado a alcanzar niveles astronómicos.

Un informe recién publicado por Oxfam, Gobernar para las elites. Secuestro democrático y desigualdad

[1], ha querido ilustrar la amplitud del problema con datos vertiginosos y de los cuales muchos medios de comunicación se hicieron eco. Muy llamativa fue la comparación que señala que los recursos de las 85 personas más ricas del mundo equivaldrían a los recursos poseídos por 3570 millones de personas, es decir la mitad de la población más pobre del mundo.

Estos datos escalofriantes fueron presentados durante el Foro Económico Mundial del pasado mes de enero en Davos al que acudieron los líderes de estado y empresariales más poderosos e influyentes del mundo. El objetivo radicaba en advertir sobre los riesgos de una extrema concentración de la riqueza, peligrando los esfuerzos para reducir la pobreza, la estabilidad social y, al fin y al cabo, representando una amenaza para la seguridad mundial.

La desigualdad de la que se habla ahora no se acota simplemente a la antigua dicotomía que caracterizaba los países “del Norte” por un lado y “del Sur” por el otro. Hoy día, toca colectivos en cualquier país del mundo, cuyo poder adquisitivo se encuentra cada vez más en las antípodas[2]. Menos mediáticas son las desigualdades que están afectando a las personas viviendo en países caracterizados por un IDH muy bajo, como es el caso de Mozambique.

En este país, en general se debate sobre el reparto desigual del pastel de una economía que sigue dando fuertes índices de crecimiento, al origen de  desigualdades que persisten entre las élites que viven en las principales ciudades y el resto de la población, y que habrían motivados en parte las últimas tensiones políticas que sacudieron el país durante las elecciones municipales del 2013.

Blog - Fundación Khanimambo

Muchos niños cargan con agua para uso doméstico.

Ahora bien, si nos acercamos un poco más al Mozambique rural, tenemos que preguntarnos si toda la población vive de forma similar o si también se constatan desigualdades. La respuesta es afirmativa: la desigualdad está, y además creciendo, en zonas con escasas infraestructuras, y afectando a familias enteras castigadas por no disponer de una sola oportunidad para conseguir salir adelante y mejorar su situación.

La vida en el mato está cambiando, incluso a un ritmo sin precedentes, debido en parte a la expansión de la agricultura comercial, o bien del turismo. Los que disponen de medios y/o vínculos familiares pueden aprovechar estas nuevas oportunidades. En zonas rurales de Mozambique como en Praia de Xai-Xai, los recursos que unos disponen pueden variar de una familia a otra en función de factores múltiples.

Por ejemplo, nos encontramos con los derechos de aprovechamiento de la tierra. Quien tiene mejor acceso a ellos tiene más oportunidades. Nos encontramos también con casos de familias que debido a la pérdida de un miembro han de cuidar de sus hijos y de los de su prójimo, y casos de familias monoparentales, encabezadas por madres solas[3].

Combatir las desigualdades en el Mozambique rural, que concentra la mayoría de la población del país, requiere trabajar en distintos ámbitos. Es decir, de forma transversal y simultánea. Una tarea ardua y complicada pero en la cual desde Khanimambo creemos firmemente.

Por un lado, en Khanimambo trabajamos con las familias cuyas madres están al frente de ellas solas. En muchos casos son mujeres analfabetas. Ellas se sienten desarmadas a la hora de ayudar a sus hijos en los estudios. Y han de ser nuestras primeras aliadas.

El Proyecto Fundise pretende enseñarles a leer y a escribir, para que puedan volver a tener confianza en sí mismas y auto-estima. Esta intervención que busca remediar una deficiencia educativa importante se ve reforzada por otros proyectos como es el caso del Proyecto Levántate Mujer para el empoderamiento de las mujeres más vulnerables de la comunidad o del Proyecto Xichungua que ante una situación de gran desamparo, intenta devolver la dignidad a las familias más necesitadas privadas de un hogar salubre donde puedan vivir.

Otro proyecto que participa a reducir las desigualdades es el de la Escolinha gracias al cual, actualmente, 210 niños apadrinados acuden cada día para disponer de clases de refuerzo escolar, y del que buscamos mejorar nuestro desempeño apostando por una ayuda más consolidada en educación y en salud.

Gracias a todos vosotros, buscamos asegurar oportunidades reales de futuro para los más necesitados, esperando cambiar el rumbo de muchas familias muy debilitadas, trabajando para el futuro de los niños y niñas, y con la ayuda participativa y la responsabilidad de todos.

Si no consideramos esta población con la atención que se merece, no podremos nunca revertir la situación de los más desprotegidos.  Se hace aún más necesaria la intervención en estas aldeas para identificar los colectivos más vulnerables y poder atacar la pobreza allí donde produce daños difíciles de revertir.

Si quieres ayudarnos, aquí puedes formar parte de este gran proyecto.


[2] como es el caso de los multimillonarios cuyo número se ha disparado en países en los que cohabitan grandes riquezas y miseria como en la India.

[3] Podríamos citar otras razones que explican las diferencias abismales que se pueden encontrar en Xai-Xai: por ejemplo, si un miembro de la familia puede dedicarse a llevar su propio negocio además de sus actividades agrícolas, o si eventualmente goza de un status especial de profesor, como asalariado, o bien si tiene a un familiar que vive en la ciudad o trabaja allí y pueda ayudarle en la escolarización de un familiar suyo.