En Khanimambo nunca nada ha sido fácil.

De hecho, creo que es bueno que sea así. Aunque bonito, el camino es largo. Unas veces es doloroso y otras nos quejamos de no tener más viento a favor. Estoy orgullosa de lo fuertes y resistentes que Khanimambo nos hace ser, hasta conseguir nuestros objetivos. Pero hay algo más que ganamos, y esto lo hacemos todos: niños, madres, equipo, colaboradores, patronato, amigos. Todos a través de Khanimambo sentimos mucho.

Quizás este sea uno de mis mayores tesoros como fundadora de Khanimambo, lograr unirnos en este sentimiento. Personas dispares, nacidas en entornos tan opuestos, viviendo día a día a través del ritmo de diferentes agujas del reloj. Todos nos sentimos felices de poder estar en Khanimambo. Unidos, cambiando algo que nos hace sufrir: la pobreza.

Los años han pasado a este ritmo, trabajando y uniendo a las personas que lo sienten, pendientes de los detalles de mucho esfuerzo para tener un resultado definitivo en la vida de los niños. De repente levantamos la vista y nos topamos con el 10º Aniversario. Hablamos mucho intentando encontrar la mejor manera de celebrarlo. Para mi es difícil porque quiero seguir avanzando, quiero seguir sin mirar demasiado hacia estos años porque no han sido fáciles, y yo me motivo mirando adelante, no hacia atrás.

Pero todo Khanimambo dijo al unísono que no, que había que celebrarlo a lo grande porque hemos logrado algo maravilloso en 10 años y merecía la pena festejarlo. Entonces dije que muy bien, a condición de hacer realidad uno más de mis sueños.

Hace muchos años, una noche cualquiera en Xai-Xai, soñé con un concierto de flamenco. Se lo conté al equipo e intentamos pues, sacarlo adelante para junio. El intento no salió bien, así que lo dejamos para septiembre. Lo que sí hice en junio fue ir a Sevilla y después de un largo viaje me vi en un cruce en pleno centro metida en un coche con ni más ni menos que Estrella Morente que me escuchaba al contarle historias de Khanimambo y decía ¡Olé!

Ya estaba sintiendo Khanimambo y entonces le propuse un plan: cantar con otra grande, con Mingas. Y unir así las dos culturas que nos sustentan a partes iguales, las que nos hacen ser uno, Mozambique y España. Y hacer un concierto en Madrid y otro en Xai-Xai. Entonces sucedió algo muy bonito que siempre recordaré. Estrella me dijo adelante amiga. A mi vuelta a Mozambique, tuve un encuentro con Mingas quien también aceptó el desafío con mucho gusto, así que nos pusimos en marcha.

Este mes hemos pedido muchos favores, y nuestros amigos han vuelto a dar la cara. Junto a Evil Love, nuestra agencia, desarrollamos un concepto maravilloso, el Festival De Nada y nos ayudaron a trazar un plan (y unas gráficas preciosas), todo por el amor que sienten hacia Khanimambo. Conseguimos también involucrar a la Bodega González Byass que ofrecerá un vino después del concierto, se han sumado músicos muy comprometidos para acompañar a las artistas en el escenario, la aerolínea TAP Portugal nos ha encontrado el mejor billete para Mingas, el Hotel Sleep’n Atocha nos hace un enorme descuento para alojar a los músicos… Y la cadena de favores sigue.

Por nuestra parte hemos preparado unas sorpresas emocionantes de la mano de los niños de Khanimambo como protagonistas para que nos acompañen también en este día tan importante y las artistas han preparado un repertorio muy especial para hacer de esta fusión algo aún más mágico. Pero como os adelantaba, en Khanimambo nada nunca ha sido fácil y ahora, a una semana del concierto, nos vemos en la dificultad de haber vendido muy pocas entradas, únicamente 300 de las 1000 que dispone de aforo el Teatro Nuevo Apolo.

Amigos, sintámonos todos juntos una vez más. En realidad, sabéis que esto va mucho más allá de esta celebración que sin duda será un buen momento para encontrarnos, divertirnos y recordar. De lo que de verdad se trata, como os decía al principio, es de mirar al futuro, de decir a los niños de Khanimambo: aquí estamos y aquí seguimos con vosotros.