Al entrar cada día en el Centro Munti a las 7.00 de la mañana, nos mueven dos metas.

La primera, honrar con nuestra mejor actitud la confianza de nuestros colaboradores. Se dice rápido, pero es tan real y profundo, que encender la impresora, cuidar que las ventanas estén limpias, rellenar el jabón líquido de los dispensadores, abrir la bandeja de entrada… cualquiera de las primeras tareas mañaneras más insignificantes se convierte en ritual que llevamos a cabo desde el respeto y la gratitud por todos los que estáis detrás de nuestro trabajo.

A lo largo del día hasta llegar a las cinco de la tarde, vigilaremos de cuidar cada una de las acciones, que no sólo define el buen hacer de Khanimambo, sino que se convierte en una garantía de futuro. Cuanto más cuidemos Khanimambo, más estabilidad estaremos creando para el crecimiento de los niños y niñas que cuentan con el apoyo de padrinos y madrinas como tú.

La segunda meta es hacer que cada día sea mejor. Que los niños estén mejor que ayer, que los asuntos que no resolvimos antes, se encaminen. Que a quien no nos entendió, le pueda resonar alguna de nuestras insistentes palabras que le hagan comprender el porqué de nuestro trabajo.

Tenemos por delante cada día diez horas para alcanzar estas metas. Y después de perseguirlas durante estos últimos 15 años, sé que esto es una carrera de fondo y que las ganas que le pongamos a todos nuestros días, serán la gasolina con la que contamos.

A mí particularmente me mueve también el conectar.

Cada día intento saludar a los niños por su nombre. Ese mínimo gesto les despierta una actitud corporal diferente. “Sabe quien soy, le importo” deben pensar al responderme a la pregunta de cómo han dormido. Lo mismo con el equipo, nos abrazamos, les acaricio al saludarles y quiero pensar que lo que venga después de las 7.30h será un trabajo en equipo, porque nos hemos saludado cariñosamente al llegar a Khanimambo. Después, conecto con cada «khanimambo» que nos intercambiamos, que son muchísimos al día.

El Centro Munti tiene por detrás de su actividad mucha planificación. Al mismo tiempo, ocurren tantas cosas aquí dentro que continuamente tengo la sensación de que aún no hemos logrado haceros llegar el ritmo preciso de todo lo que supone nuestro trabajo. Y es que por mucha creatividad que le pongamos a la forma de comunicar, es complejo compartir toda una realidad diferente a la vuestra.

Khanimambo persigue, desde su autenticidad, lograr la profesionalidad dentro de la cooperación al desarrollo. Muchos proyectos y muchos profesionales tenemos el mismo objetivo aunque cada cual lo lleve a cabo de formas diferentes.

En Khanimambo nos mueve conectar uno a uno. Con los colaboradores, con los trabajadores, con los niños, con los padres y con las madres. Uno a uno, día a día. Y ese pequeño gesto, multiplicado con cada uno de los universos individuales de quienes formamos esta familia, es lo que yo llamo: magic Khanimambo.

Cuando nos tocamos, nos sentimos. Cuando nos mueve el otro y, automáticamente, nos alimenta.