Esta es la historia de un viaje. De un viaje de ida sin billete de vuelta. De un viaje cuyo coste traspasa lo económico y se aleja de la institucionalizada solidaridad indolora.

Requisito imprescindible para emprender viaje: estar dispuesto a abrir los ojos y el corazón para acercarse a la pobreza, a las injusticias y al sufrimiento humano; siempre desde la esperanza, el respeto y la responsabilidad, que nunca desde la pena o la culpabilidad. El regalo: comprobar que puedes hacer algo para cambiarlo.

Esta es la historia de un encuentro que se construye desde los vínculos y los relatos. Único para cada uno de los protagonistas, cerca de 90 chicos y chicas de 14, 15, 16 y 17 años mozambiqueños y españoles, capaces de invisibilizar las fronteras físicas y psicológicas, siempre artificiales, que otros levantaron por ellos. Aprender con el otro y aprender del otro. Cada uno desde su contexto, cada uno con su mochila a cuestas. Diferentes espacios, una misma dimensión.

Durante este año escolar los chicos del colegio Alkor y de la Fundación Khanimambo están hermanados. En octubre, todos los pasajeros de este viaje se presentaron por medio de unas fichas en las que, junto con sus fotos, contaban al otro, su número, color, deporte o animal favorito y qué querían ser de mayores.

Sorprendidos, los chicos de Khanimambo y Alkor, comprobaron entonces que les une mucho más de lo que les separa y que el diálogo fluye entre ellos. Todos tienen algo que quieren compartir: aficiones y sueños o el barro que ya arrastran sus botas. Y lo que les separa les acerca a un mundo exótico, diferente.

El animal estrella en Praia de Xai-Xai es la gallina o el cabrito. Las preferencias de los chicos y chicas de Alcorcón incorporan la fauna de los cinco continentes. Raro es el chico de Khanimambo que tenga por favorito un número del 1 al 9. El 500, 39 o 125  les alejan de sus unidades cotidianas, siempre en pequeña escala -ciertamente tienen un par de camisetas, unos únicos zapatos, una cacerola para cocinar- y les permiten pensar en grande, en una abundancia con la que no cuentan, me comenta Ana, este año alma mater del Proyecto Khanimambo-Alkor  y psicóloga del centro en Alcorcón.

En noviembre se produjo el primer encuentro casi físico, a través de una videoconferencia Praia de Xai-Xai – Alcorcón. 8,000 kilómetros a un clic del ratón.  Y saltaron las chispas de un enamoramiento anunciado.

Trenzas y cabellos lacios, rubios, la boca abierta de Nelson Julio, ahijado de Khanimambo, que durante más de una hora, inmóvil, acaparó la esquina izquierda de la pantalla. Como no podía ser de otro modo, el futbol generó conflictos: la rivalidad blaugrana-blanca tampoco entiende de fronteras. Balbina se ganó el respeto de los chicos de Alcorcón al enseñarles el juego que domina en Praia de Xai-Xai, el juego de las piedrecitas. Música y baile para terminar: desde Alcorcón con la Macarena, en Praia de Xai-Xai movimientos rápidos y acompasados al son de música africana.

Risas y sonrisas. Algo que ya anida en los corazones de los chicos de Alkor y de Praia de Xai-Xai: de tú a tú, se miran a los ojos.  Todos necesitan sonreír, todos se dejan ayudar. Nada más hermoso que existir para satisfacer las necesidades del otro, ya sean éstas materiales, espirituales o afectivas, todas igual de necesarias.

Viajar cura muchos de nuestros males y enfrenta nuestra ignorancia. Viajar para conocer y compartir.

El viaje propuesto, desde la solidaridad, permite construir un espacio en común, en algún punto intermedio, a medio camino de Mozambique y España; una solidaridad desde la empatía que nos invita, sencillamente, a identificarnos con el otro como ser humano.

¿Te animas?