Todos tenemos grabados en la retina, gracias a la película de Amenábar, Lo imposible, la sorpresa de la llegada de la ola del Tsunami en la costa del sudeste asiático, diciembre 2004. El director de cine capta la rutina y los quehaceres de quienes, no se esperaban ser tragados segundos después por una ola de 30 m.
Cuando pienso en el Covid19 y todo lo que estamos viviendo inesperadamente para todos a finales de 2019…. Me viene a la cabeza la misma escena de la película Lo Imposible. Celebramos la entrada de 2020 haciendo planes que nunca cumpliríamos, pero en ese momento ingenuos que fuimos, reservamos fechas para viajes que pocos meses después miraríamos desde la ventana de nuestro confinamiento, pasar como un sueño improbable de hacer realidad.
Ya nos hemos enterado de que esta pandemia ha llegado para quedarse, que tras el choque inicial de la incredibilidad de ser atacados globalmente por un bicho tan pequeño que ni los más previsores se imaginaban que todos estaríamos en riesgo, hemos aprendido que no somos inmunes al peligro de un virus. Todos, cada uno de nosotros en la tierra, somos susceptibles de ser contagiados.
Nos hemos igualado en vulnerabilidad, todo un hito
La diferencia, en mi opinión, es que en países africanos estamos viendo esta ola Covid llegar a cámara lenta. Cuando el 15 de marzo nuestros hermanos europeos eran rápidamente confinados, nosotros nos preguntábamos si tendríamos que pasar por lo mismo; un mes después cuando la OMS ya había declarado pandemia al Covid, nosotros en Xai-Xai, aún sin ningún caso positivo registrado oficialmente, nos mirábamos sin saber si llegaría el momento de enterrar a uno de los nuestros por el coronavirus.
Este ralentí, nos ha dado la ventaja de prepararnos mejor. Hemos aprendido de las noticias internacionales, antes de que las nacionales se vieran inundadas de cifras terribles. Hemos analizado estrategias de otros países para tener criterio a la hora de ignorar o no las recomendaciones. Hemos tenido un poco más de tiempo para entender los protocolos y adaptarlos a nuestro contexto, y ahora que estamos en fase de crecimiento en esta curva que todos vigilamos a diario, sabemos que todo cuidado es poco. De los más de 500.000 casos en África, nuestros vecinos sudafricanos cuentan con más de 200.000 casos positivos. En Mozambique hemos superado los 1000 casos, en un escenario donde se han realizado únicamente 35.000 en todo el país desde el 15 de marzo. En España se han realizado más de 3 millones de pruebas.
Pero llegamos preparados. En Khanimambo hemos tenido una estrategia muy peculiar en estos meses. Una combinación entre una prudencia extrema, empatía personal con las necesidades individuales de nuestra comunidad, una medición constante del estado de ánimo vs productividad de cada trabajador, cuidados alternativos para no desatender el crecimiento de nuestros niños, y una llamada muy concreta para garantizar los fondos necesarios para que podamos continuar ayudando al mismo nivel que habíamos planeado a principio de año.
Gracias a esa campaña, gracias al compromiso de nuestros colaboradores y amigos, hemos logrado tener garantizado el año. Hoy cerramos una campaña de recaudación inaudita en Khanimambo. De los 42.200€ que necesitábamos para cubrir las necesidades de todos los niños y sus familias hemos recaudado casi 40.000 en menos de 4 semanas.
Dejadme compartir en detalle del porqué de esos 42.200€ en la campaña Respuesta Khanimambo a la emergencia Covid19. Como sabéis en Khanimambo, cada ahijado es apadrinado en tres programas: nutrición, salud y educación. Así, 20€ por cada programa suma los 60€ que supone el apoyo que hacemos a cada niño y niña de Khanimambo. Ocurre que de los 367 niños participantes en el Centro Munti, sólo 253 tienen padrinos, quedando 114 sin apadrinar. Sabemos que tarde o temprano conseguiremos encontrar a esos padrinos y madrinas, como ya ocurrió con los que hoy tienen padrino, pero mientras tanto no vamos a dejar de darles la oportunidad de recibir toda la ayuda que los demás tienen, y así con los eventos que hacemos a lo largo del año conseguimos cubrir ese déficit. Por eso era urgente encontrar una solución a la imposibilidad de realizar eventos. En juego estaban 114 niños, y sus comidas diarias, su apoyo educacional o tan importante, sus necesidades sanitarias.
No sabemos hacia dónde vamos con el Covid en nuestras vidas
Nadie lo sabe, por aquí seguimos con las fronteras cerradas, escuelas paralizadas en mitad del curso (en Mozambique el curso escolar empieza en febrero y acaba en diciembre), y con la frágil economía mozambiqueña, totalmente dañada.
Pero sí hay algo que sabemos, y eso es que no estamos solos. Que frente a este susto muchos hemos reaccionado intentando dar lo mejor de nosotros mismos a los demás. Ha sido muy emocionante ver las cadenas de solidaridad que han surgido con esta pandemia, y eso es una garantía para todos. Confiemos en nuestra hermandad, para disminuir lo que pueda dañar este virus.
Desde la Fundación Khanimambo, queremos agradeceros vuestro apoyo. Ha sido totalmente rotundo, y nos habéis dado seguridad para seguir al lado de 367 niños y niñas dándoles a ellos al mismo tiempo protección y una lección más en su aprendizaje: juntos somos más fuertes.