El pasado 1 de mayo celebramos el día del trabajador.
Aquí en Mozambique suele ser una fiesta importantísima, es una celebración más que una manifestación por los derechos laborales. Se celebra ser trabajador, tener empleo, lucir una camiseta con el logo de tu empresa, y te entregas al desfile con orgullo y agradecimiento por ser empleado.
Recuerdo que, en los primeros años de estar en Mozambique, teniendo un equipo de 5 o 7 personas, lo último que me apetecía era entrar en este espíritu. Me parecía que celebrábamos casi una boda, y reconozco que sentí miedo de ese compromiso, además de lo chocante que me resultaba convertir un día de lucha por los derechos del trabajador en uno de celebración sin más.
A medida que pasaron los años, los propios trabajadores, el equipo me fue convenciendo del sentimiento que les movía y que no querían celebrarlo sin mí. A regañadientes me sumé al desfile y cuando vi brillar la ciudad de Xai-Xai con carrozas, música y color entendí mejor el significado que damos aquí al 1 de mayo.
El desfile es una representación pública de lo que haces en tu trabajo para vivir con dignidad. Los médicos representan su profesión con su vestimenta y algún artilugio sanitario en las manos, los obreros agitan las herramientas y hacen sonar las máquinas, las cocineras juegan con cacerolas encima del camión, quienes trabajan en sucursales bancarias desfilan luciendo conjuntados los colores corporativos, los panaderos saludan con barras de pan. Recorremos así varios kilómetros, y terminamos en la plaza de la ciudad, donde el alcalde y una delegación del gobierno, saluda a cada trabajador, le felicita por su trabajo a la empresa, y esto todo se trasmite en la televisión.
Khanimambo lleva años mostrando su esplendor en esta fiesta.
Cuando desfilamos sentimos que representamos a cada colaborador que cree en nosotros para cambiar la calidad de vida de los niños y niñas de la Fundación y sus familias. Cantamos alto, transmitiendo la alegría que nos invade por ser esa luz en la ciudad. Por ser la institución más estable a nivel social que tiene esta ciudad. Y durante ese tiempo que desfilamos, nos miramos y sentimos que somos unos privilegiados.
El equipo de la Fundación ha ido cambiando mucho en 15 años. Este año, por primera vez se ha sumado el equipo de Humbi Farm, y todos juntos éramos 93 personas. Muchos de ellos crecieron en Khanimambo siendo beneficiarios y hoy son parte del equipo, otros tienen diversidad funcional y nunca imaginaron celebrar el 1 de mayo así, y la gran mayoría del equipo son padres o madres de Khanimambo, que al terminar su jornada llevan Khanimambo para su casa y siguen educando ahí.
Recordé mi miedo de comprometerme con los trabajadores cuando eran 5 y al verme este año delante de 90 personas, no sentí miedo.
“Si una persona, junto con otra, y luego otra …. Hemos llegado a construir Khanimambo como lo que es hoy, imaginaros los que vamos a conseguir siendo 90” Les dije antes de entregarles la capulana anual que Khanimambo regala a los trabajadores como símbolo de agradecimiento por su trabajo.
Confío mucho en todo el trabajo que estamos llevando a cabo en Khanimambo. Sé lo mucho que aportan cada una de las personas que hoy construyen Humbi, el Centro Munti y la Fundación en España. Por eso no tengo miedo, porque en cada uno de nosotros habita la razón que un día me trajo a Mozambique.
Así que termino estas palabras dando las gracias a cada uno de los trabajadores de Khanimambo, por sentir el compromiso mucho más allá de un contrato de trabajo, es una creencia que tenemos en común, de que podemos cambiar algo juntos. Es un orgullo para mí aprender cada día a hacerlo mejor junto a vosotros. Es muchísimo lo que cada uno aporta a Khanimambo, y eso suma seguridad, estabilidad, crecimiento, creatividad, profesionalidad y sobre todo amor.
Y digo yo, ¿no es esto lo que pretendemos en Khanimambo?