Y eso hicimos, nos levantamos juntas. Y Juntas nos empoderamos.
En los primeros años de Khanimambo, la presencia de padres, hombres, fue nula. Las mujeres criaban solas, se presentaban muchas veces como viudas o madres solteras para tener acceso a Khanimambo sabiendo que no podían confiar en ellos y, si tenían un amigo o no, daba igual en su supervivencia. Vieron cubiertos gastos de comida, escolares y la ropa de sus hijos, y entendieron que esa era la ayuda que teníamos para ellas ya que suponía un ahorro para la familia.
Después, juntas y de manera natural, la relación nos llevó a una confianza diferente. Hubo espacio y ganas para muchas conversaciones debajo de la mafureira, donde nació el lema Sekeleka Wansati, que significa Levántate Mujer. Y eso hicimos, nos levantamos juntas. Y Juntas nos empoderamos. Muchas vimos que el periodo de tiempo que los niños estaban en Khanimambo era una oportunidad para conseguir un empleo. Y fueron más que menos las que empezaron a ganar un sueldo fijo como empleadas domésticas, cultivando las huertas para otras personas o haciendo ladrillos en la construcción… Las más aventureras iban a Sudáfrica para traer producto y revenderlo en Xai-Xai. Acumulamos años de ánimos y fuerza femenina para vernos hoy más seguras, más sanas y sin duda más felices.
Un paso de ese tren significa un paso enorme de muchas familias al mismo tiempo.
Así nos miraban los hombres desde lejos, con su pasividad natural. Ellos, reunidos en las barracas para beber cerveza, se alejaban de la idea de querer formar parte de este cambio… Hasta que uno de ellos entendió el potencial de estar cerca de Khanimambo, y un día me dijo “yo en realidad quiero ayuda”.
Son los primeros en cambiar quienes serán reconocidos en nuestras historias, supo entender Admiro a quién, poco más adelante, se unió Rafael.
Hace ya tres años que empezamos a invitar a los hombres a esta onda del cambio. El primer año sólo fueron algunos que tímidamente querían convertirse en padres activos y accesibles, que vinieron a las reuniones. Entonces junto a Admiro y Rafael buscamos y diseñamos estrategias: con el deporte, el día de los enamorados, el día de los padres, el festival de los niños, las presentaciones de los trabajos de sus hijos… Y hoy no soy capaz de decir qué fue, o si fue todo, pero lo cierto es que creo que nos hemos unido más.
Desde el lugar de reconocer el papel de cada uno y apreciando el valor que damos y sumamos. Esa ha sido la clave del verdadero cambio. 113 padres y tutores están hoy activos en Khanimambo frente a las 185 madres y tutoras que lo están desde hace 13 años.
En realidad, quienes más se benefician son los niños, que tienen a sus dos padres presentes en khanimambo y en su vida. En todas las reuniones, en las presentaciones de trabajos, en los juegos deportivos y ahora, como novedad, algunos se han apuntado a las clases de alfabetización que hemos iniciado este año.
Al reunirnos a principio de año, todos juntos creamos un tren, lo llamamos el tren de Khanimambo. En realidad, ese tren podía entenderse de muchas maneras. Para algunos fue un ejercicio de mirar a quienes tenían al lado y de entender la comunicación que esperamos de ellos a partir de ahora. Otros, vieron la dimensión de un tren larguísimo. “¡Somos muchísimos!” repetíamos bajo el sol, pero para mí tuvo otro significado.
Al verlos formar el tren de Khanimambo, sentí cuánto podemos avanzar juntos. Que un paso de ese tren significa un paso enorme de muchas familias al mismo tiempo.
Así que queremos que lleguen a la universidad. Y esa es la promesa. Todos, madres y padres sueñan con llegar aún más lejos y desde Khanimambo les decimos:
¡Vamos! ¿Qué os detiene?