En estos 12 años que llevamos en Mozambique hemos vivido varios ciclones e inundaciones. No en vano, Mozambique es el tercer país africano más expuesto sufrir desastres naturales relacionados con el clima, según la ONU. Lo que nunca habíamos visto es tal cantidad de víctimas y de estragos materiales como tras el paso del Ciclón Idai. El 80% de la ciudad de Beira (500.000 habitantes), la tercera ciudad de Mozambique, ha quedado devastada. Pero no solo, los daños en las provincias de Sofala, Manica y Tete son incalculables. El sur de Malawi y el este de Zimbabue también han sido fustigados.
Lo que más nos duele es el sufrimiento de la gente, conocemos familiares desesperados que siguen sin recibir señales de vida de sus allegados residentes en las provincias afectadas, muchas zonas han quedado aisladas y sin comunicaciones. También conocemos a mucha gente que ha perdido todo… “No puede haber felicidad” me dice un padre de Khanimambo al saber que aún falta mucho por hacer para que los supervivientes al ciclón dispongan de las mínimas condiciones necesarias para vivir dignamente. “No puede”, le respondo.
Desde que la noticia saltó a la prensa internacional, hemos recibido muchos mensajes de apoyo de la gente y nos reconforta saber que estamos unidos y que hay preocupación, que se quiere ayudar… Lamentablemente, desde Xai-Xai y con nuestra organización estamos muy limitados para poder entregarnos con manos, alma y medios económicos a reconfortar a las víctimas, alimentarlas, darles cobijo y apoyo psicológico. No está en nuestra mano reconstruir Beira como no lo está evacuar a los supervivientes, aunque nuestro primer instinto sea ese. La magnitud es tal, que sabemos que las grandes organizaciones especializadas en emergencias junto con el Gobierno de Mozambique y sus socios internacionales, harán un buen trabajo, urgente y un esfuerzo enorme, para superar algún día esta tragedia natural.
Sí que sabemos desde el centro de nuestra realidad que, por poco que sea, podemos hacer alguna cosa y que cada pequeño gesto suma. Afortunadamente disponemos de la mejor herramienta, las buenas personas, y de cierto margen de actuación en Xai-Xai. En Khanimambo sabemos canalizar nuestro dolor a través de la solidaridad individual para formar parte de la cadena de mozambiqueños y mozambiqueñas que estamos llenando con material de ayuda los primeros barcos en dirección a Beira: ropa, alimentos no perecederos, mosquiteras, mantas… Todos hemos abierto nuestros armarios, nos hemos rascado un poco el bolsillo y hemos compartido de forma voluntaria un donativo, que mayor o menor, se materializa en el orgullo de actuar cuando nuestros hermanos de Beira nos necesitan y de sentir que en algo estamos contribuyendo.
Ante este hecho, quiero finalizar esta reflexión compartiendo con vosotros algo importante. Fijaros amigos, que los primeros donativos que hemos recolectado en Khanimambo para las víctimas del Ciclón Idai han sido donadas por los propios trabajadores, trabajadoras y voluntarias del Centro Munti. Sentid que la ola de generosidad de la que formáis parte padrinos, socios y donantes de Khanimambo, se expande hoy en este gesto. Así que a todos los colaboradores de Khanimambo os agradezco creer en esta cooperación a largo plazo, entender que el verdadero protagonista del cambio es uno mismo y que el tiempo es un ingrediente necesario. También el impulso de quien apuesta por ti y no te deja solo. Sentid que junto a nuestra donación iba hoy el legado de quien ha sentido no estar solo en su lucha por mejorar su vida, ha crecido, se ha hecho fuerte y está preparado para hacer lo mismo para otro hermano.