Hola, soy un sobre blanco de un tamaño digamos que mediano. Verás que me han colocado una mediocre etiqueta de dirección postal que no refleja el sudor de las manos que la pegaron, ni los nervios con la que dicha etiqueta se relacionaba con una base de datos para que tu dirección estuviera encuadrada y bien escrita. En mi parte trasera me han sellado con el perfil de la cabeza de Nilton, uno de los niños más conocidos de Xai-Xai.
Nadie en la oficina de correos podrá sospechar que llevo dentro de mí un tesoro, y por su enorme valor, incalculable, voy disfrazado de incógnito. Mi trabajo no es fácil porque me gustaría que reluciera la explosión de color y magia que llevo en mi interior, pero como siempre me pasa en estas fechas, me toca disimular bien.
Pero entre nosotros, hay confianza y confesaré todo lo que he visto antes de llegar a tus manos.
Me compraron online después de un largo proceso de selección en el que se analizó toda mi competencia con lupa, desde un lugar remoto del que no había oído hablar, Xai-Xai, y hasta allí me transportaron unos voluntarios estupendos, tras un largo recorrido de 10h en avión. Mis compadres y yo íbamos confinados en sus maletas, en la fría bodega de ese avión entre juegos y libros para unos niños estupendos.
Viajamos y viajamos, algunos de nosotros sufrimos alguna que otra infiltración de relec, el apestoso repelente de mosquitos, pero llegamos bien y enseguida pudimos sentir la humedad del despacho de tía Alexia, habíamos pasado del frío invierno al verano tropical. Allí nos dejaron descansar unos días mientras ella escribía los progresos de cada niño y de cada niña. Pudimos oír cómo se comentaba entre todo el equipo la evolución, la historia, la estabilidad emocional de cada uno de ellos. ¡Qué mareo! Son muchísimos, y entre mis amigos, los sobres, empezamos a especular sobre quién de ellos nos tocaría.
¡Y qué más da! Al final de unos días, yo ya estaba enamorado de todo lo que por allí ocurría y hubiese preferido quedarme en el Centro Munti. Si supierais la cantidad de cosas que ocurren en un solo día allí… Aix, ningún sobre blanco querría estar en un almacén común! Qué afortunados éramos los sobres que allí estábamos.
Una mañana fresca, empezó la danza. Se reunieron seis personas del equipo y comenzaron los manoseos. Hicieron una cadena de montaje espectacular, nos acariciaron con tanto cariño que ¡entendí perfectamente la razón por la que los niños y niñas son tan felices allí! El amor con el que se trabaja en Khanimambo es tan real, y prueba está en que todo lo que contengo en mi interior ha sido producido por muchas personas buenas. El diseño, la impresión, la edición, la foto, el texto…. Alicia, Eric, Isa, Valen, Ananias, Casimiro, Sandra, Ivone, Minulva, Atalia, Andrea y esa que llaman todos Tía’lex que no me soltaba ni pa trás el último día.
En mi responsabilidad está hacer llegar a un padrino o a una madrina toda la información de su ahijado, pero además, parece que contengo una regalo muy importante. Intuyo que ayudaré mucho a quien reciba esta ruleta, porque con ella podrá recordar cada día lo importante que es ser y estar agradecido.
Pero si por el camino me estropeo, quiero deciros a todos que Khanimambo es esto. Que siempre lo fue, y seguirá siendo, y que están todos preparados para abrirte los ojos y el corazón, en un modo de vivir consciente y alegre al que merece la pena sumarse.
Me han dado mucho valor, empecé siendo un sobre blanco del montón, y hoy soy el sobre más feliz del mundo, agradecido. Ahora me toca conseguir que tu también lo seas con mi ayuda.