Este año, tanto en la guardería como en los estudios superiores hemos logrado asistir proporcionalmente al mismo número de niñas que de niños. Esta es una buena noticia. En primaria y secundaria la balanza sigue desiquilibrada en favor de ellos pero revertirá a medida que los niños y niñas que van entrando en la guardería lo hagan de modo paritario como ahora mismo está aconteciendo.
El de género, nunca había sido un criterio determinante para entrar en Khanimambo ya que existe una variedad de factores como la salud, el nivel adquisitivo de los progenitores que solicitaban la entrada, el compromiso de las familias con los valores de Khanimambo y otros que eran prioritarios para elaborar las listas de cada inicio de curso.
Pero es verdad que en algún momento nos dimos cuenta de que estábamos ayudando a más alumnos que alumnas cuando paradójicamente en Mozambique, como en tantos lugares del mundo, quiénes tienen mayores dificultades para acceder a una educación de calidad tanto en primaria como en secundaria, por no decir en la universidad, son ellas.
Muchas chicas adolescentes no llegan a terminar secundaria ni a cursar estudios superiores por culpa de los embarazos precoces y por quedarse a cargo de sus familias en una edad muy temprana que, en algunos casos, ronda los 15 o 16 años de edad. En Khanimambo, lamentablemente, hemos presenciado y vivido muchas situaciones así. Esto nos llevó a poner más atención en fomentar y potenciar la inscripción de niñas en nuestro centro y por consiguiente en las escuelas públicas con las que trabajamos.
No es casualidad, también, que la mayor parte del equipo esté formado por mujeres y que el grupo de coordinación del Centro Munti este año sea 100% femenino. Uno de los roles que más cuesta aceptar en la sociedad -en general, no únicamente en Mozambique- es el de la mujer dirigente, de la mujer en la toma de decisiones. Es muy habitual en nuestra organización que algunas, bastantes, personas con las que tratamos a diario se sientan incómodas cuando tienen que dirigirse a mujeres que deciden sobre asuntos que les afectan, ya sean estos familiares, de salud, sociales, lucrativos, etc.
Así que hemos decidido ser un faro en Praia de Xai-Xai que ilumine el vasto mar de la desigualdad y creemos que no habrá igualdad hasta que exista un respeto real hacia las mujeres, hasta que se valoren sus habilidades, hasta que tengan las mismas oportunidades que los hombres, hasta que se las tenga en cuenta y se asuma su papel fundamental en la sociedad, en todos los ámbitos y niveles, no solo en el doméstico y reproductivo.
No es una lucha fácil porque existen prejuicios, tabúes y estereotipos muy ligados a la tradición (y a la religión) que nos complican el camino y el heteropatriarcado es algo muy enraizado en la sociedad, pero no por ello podemos dejar de aportar nuestro granito de arena a la causa y nos arremangamos hoy y todos los días del año para defender los derechos de la mujer.
Foto de cabecera: equipo de coordinación del Centro Munti en 2018. De izquierda a derecha, Tía Sandra del programa de Salud, Tía Ivone del Programa de Educación, Tía Cris, contable, Tía Guida del Programa de Nutrición, Tía Minulva de administración y Tía Alexia, directora del Centro Munti y presidenta de la Fundación Khanimambo.