Era cuestión de tiempo. La pandemia de coronavirus también ha llegado a Mozambique. Cuando escribo esta entrada hace una semana y media que han cerrado todas las escuelas y centros educativos, que hemos parado las actividades educativas de Khanimambo y los infectados por coronavirus suman 10 positivos en todo el país. El pasado lunes Felipe Jacinto Nyusi, el Presidente de la República, decretó el estado de emergencia por un mes.
En el Centro Munti hemos decidido mantener abierto el centro nutricional aunque con algunas alteraciones del funcionamiento diario. Solo trabajan cuatro personas al día, las justas para cocinar y servir. Los niños no se alimentan en el comedor del centro. Viene una persona de cada familia, preferiblemente los jóvenes, a buscar la comida y la llevan a casa. Algunos vienen a buscar también la comida de familias más vulnerables de su zona que no tienen medios para venir a buscarla o con hijos demasiado pequeños o vulnerables.
No ha sido fácil tomar estas decisiones. Hay una parte del equipo que por su condición (seropositvos, edad avanzada, embarazos, vivir lejos, etc.) no pueden venir a trabajar y al mismo tiempo, para reducir riesgos de contagio, hemos pensado que cuantos menos seamos mejor, más control de nuestros movimientos. Lo último que haríamos sería poner en un riesgo innecesario a nadie del equipo.
Los que seguimos trabajando, lo hacemos con la máxima precaución posible y siguiendo las recomendaciones sanitarias: uso de mascarillas y guantes, guardar distancias de dos metros entre las personas, lavado de manos obligatorio, etc.
Una de nuestras mayores preocupaciones son los desplazamientos que en Mozambique, igual que en muchos otros países, se hacen en furgonetas abarrotadas de gente que contrae un riesgo de contagiarse mucho mayor. Otra preocupación es la compra de alimentos básicos. No sabemos qué pasará si la crisis se alarga en el tiempo. El fantasma de la subida de precios y, peor, del desabastecimiento asoma por el horizonte.
Y luego está el día a día. Muchas personas aquí viven de lo que venden en una jornada, que lo gastan el mismo día para llevar comida a casa. Así es muy difícil implementar medidas de distanciamiento social, porque los mercados siguen abiertos y abarrotados de gente. Los hospitales y los centros de salud no están preparados si se produce una eclosión local de la pandemia. Han puesto medios, sí, pero un país que ya normalmente tiene dificultades para atender debidamente otras enfermedades, imaginaros…
Y es que además del coronavirus, hay que seguir tratando la malaria, el VIH, la tuberculosis y el cólera, por nombrar solo algunas de las más graves y que son endémicas en esta parte del mundo. Es de remarcar que mientras en Europa y occidente, los gobiernos se parten la cara para acaparar el mercado habido y por haber de respiradores mecánicos, en Mozambique el dilema es qué vamos a hacer con los 30 que hay en todo el país si se llegara a dar una situación como la de España o Italia.
Leemos, y tenemos la esperanza de que sea verdad, que la propagación del coronavirus se ralentiza en los climas más cálidos. Si es así quizás Mozambique consiga aguantar un poco más hasta que llegue una vacuna, porque si no es así, una vez más tendremos que lamentar la falta de medios y recursos en los países del sur.
Os lo vamos contando.