Cada 4 de septiembre celebro el aniversario de mi llegada a Mozambique para iniciar la andadura de Khanimambo, como una victoria.
Durante los primeros años, me demostraba a mí misma y a las personas que me acompañaban que esto de dedicar los días a ayudar no era un capricho de una niña de ventipocos años.
Después vinieron tiempos de asentar, de construir una base real sin los adornos de principiante. Teníamos que construir un mensaje acorde a la realidad que vivíamos y no a aquellas primeras impresiones de románticos venidos de fuera. Fueron años de muchísimo aprendizaje y cada 4 de septiembre celebrábamos el compromiso, el estar cada día más en Mozambique.
Ahora Khanimambo cumple 14 años. Desde hace un año, mi visión sobre qué es Khanimambo ha ganado una nueva perspectiva. Una mirada más madura y también más realista. Y en el fondo me confirma que queda muchísimo por hacer todavía.
Khanimambo nació con un propósito muy auténtico, crear un impacto decisivo en la calidad de vida de los niños. Que nuestra presencia física y afectiva fuese el condicional para superar los estragos de la pobreza. Y cada año, el 4 de septiembre fue esa victoria que comentaba antes porque, cada día, más niños se beneficiaban de ese cuidado tan decisivo.
Y ahora sé que nos queda muchísimo más por hacer. Que lo que pensábamos que era suficiente, todavía está lejos de marcar una diferencia real.
¿Qué nos falta por hacer? Os preguntaréis los que ya tenéis niños apadrinados y los acompañáis en su crecimiento y sois testigos de cómo crecen sanos y con ganas de aprender.
La sensación es de que nos quedamos cortos. La calidad de vida no podemos medirla únicamente de modo individual. Tenemos que medir el entorno: social, económico y cultural.
¡Hay tanto por hacer si realmente queremos marcar una diferencia!
Por mucho que los niños de Khanimambo crecen con las canciones, con el pan recién hecho o con nuestros juegos didácticos inolvidables, el entorno donde estamos sigue totalmente colapsado por una extrema necesidad. Corrompe sin piedad a quien quiere progresar porque no hay otra forma de enfrentarte a la burocracia que con un billete bajo mano del formulario que estás rellenas en la administración pública por poner un ejemplo.
También la falta de contenido cultural abruma a quien quiere estar activo. Khanimambo es un espejismo de lo que podría llegar a tener la sociedad. Si hiciera una radiografía pesimista de la realidad en la que nos encontramos, posiblemente se quedaría corta y yo continuaría perpetuando mi estereotipo de niña ingenua. ya que como os digo, sigo aprendiendo a diario.
Pero sí que cuenta cada día que pasamos cerca de tantas personas conviviendo con la realidad que estamos dispuestos a apoyar en su desarrollo. Por eso, Khanimambo va a seguir. Porque queda muchísimo por hacer. Seguiremos creando contenido en nuestra actividad para que el impacto sea aún más preciso y duradero. Confiad en esta visión que se construye a diario, en un Mozambique que quiere y busca el progreso consciente de sus déficits. Aunque sea un camino lento y abrumador seguiremos aquí.
Y para lograr todo esto, creo que no existe mejor forma de celebrar este décimo cuarto aniversario que abriendo nuestra delegación de la Fundación Khanimambo en Portugal. Este es un paso natural en Khanimambo y que os vamos a explicar el próximo 18 de septiembre, en un evento online que queremos compartir con todos vosotros. Un brindis con vuestros ahijados.
Os invito a formar parte de Khanimambo porque es un proyecto muy real. Tan verdadero como el sentimiento que nos mueve a diario. Un proyecto que persigue de una forma auténtica dejar un legado de aquello que muchas personas, juntas, podemos hacer. Empezando por cambiar lo pequeño.