Un mensaje a las 9 de la noche del pasado sábado puso en marcha el plan que llevamos armando con Pércio en los últimos 13 años.

– No ha sido fácil, pero lo he conseguido. Me han admitido en la facultad de ingeniería tía Alexia. ¡Muchísimas gracias!

El peso de estas palabras supera con creces las dificultades que ha pasado Pércio, porque las buenas noticias tienen ese poder. Gracias a ellas, hoy Pércio comienza a beneficiarse de una Beca del Proyecto Xipfundo que costeará todos sus gastos de la facultad, de estadía (alojamiento y comida) y de transporte.

No ha sido fácil, dice Pércio. Y sé que habrá contenido emociones para tirar para adelante. No fue fácil verse padre y madre de sus dos hermanos desde que tiene uso de razón y vivir desde los 8 años con una abuela ciega y coja que todo lo dio antes de morir el año pasado. Escogió contener ese dolor que sólo le empujaría hacia atrás y decidió aceptar su orfandad y ser un pilar de buen hacer en su familia.

Esa fue una de las primeras decisiones que tomamos juntos y otra fue que no podía dejar de estudiar, a pesar de la necesidad. Por eso, Pércio empezó a hacer pan para aprender un oficio que podría compaginar con el instituto. Y durante estos últimos cuatro años se levantó muy temprano para hacer pan cada madrugada.

Pércio de la Fundación Khanimambo

Pércio

El año pasado, en la preparación de los exámenes finales de último año de bachillerato, recuerdo que le vi sentado en primera fila de clase. No se había quitado la bata de panadero ni la toquilla. Estaba tan concentrado que no me vio mientras le observaba desde fuera de clase. La puerta estaba abierta, y los demás alumnos tomaban apuntes. Pércio en cambio, se comía la pizarra con su lenguaje corporal.

Lo he conseguido, sigue su mensaje. Y el poder que siente es inmenso. Es un triunfo que celebra con humildad. Es su manera de premiar no sólo el sacrificio, sino las buenas elecciones que ha tenido.

 Me han admitido en la facultad de ingeniería. Un ingeniero más y todo Khanimambo se ha emocionado y puesto en marcha por él. En cuestión de una semana hemos tratado de todos sus documentos, maleta y despedida. Esta mañana, con los primeros rayos de luz del día, arrastraba una maleta rebosante de buenos valores para despegar hacia Tete, a. 1.300 km de casa. Con la espalda bien recta, la mirada ilusionada y, más importante que nada, con la seguridad de saber quién quién es.

– ¿De qué tienes miedo Pércio?

Su respuesta ha sido rápida.

– Volver y encontrar que mis hermanos han perdido respeto a los vicios.

Las pelota se queda en nuestro tejado. Custodia y Salvador -los dos hermanos de Pércio (uno en cada lado en la foto que encabeza esta entrada)- han escuchado el mensaje en la misma parada del autobús, y ambos le han dado un abrazo sentido lleno de agradecimiento por esta lección.

Pércio, Hélio, Alexia y Paulo de la Fundación Khanimambo

Pércio, Hélio y Paulo con Tía Alexia minutos antes de subirse a este autobús hacia Tete, a 1.300 km de Xai-Xai donde van a pasar todo el año estudiando en la facultad.

– Somos Khanimambo tía Alexia.

Me decían hoy antes de entrar en el bus los tres universitarios (Pércio se une a Paulo y Helio que llevan un año estudiando en Tete sus ingenierías). Y nos hemos dado un abrazo piña. Los tres más altos que yo, sanos, fuertes física y mentalmente. Es inexplicable el orgullo que siento. Compartimos apellido, que es Khanimambo, y eso os basta para decirnos todo en todo momento: Somos Khanimambo!!!

En una tarde como la de hoy, recuerdo las palabras de Ernesto, cuando abría su corazón en este mismo canal y nos hablaba de su tesoro. No hay distancia cuando nos une el mismo sueño.

Ahora es tu momento Pércio, adelante…. que estamos todos contigo.