Escribo estas palabras en silencio, algo que es considerado un tesoro en Khanimambo. Ya es de noche y hoy se acaba la semana y prácticamente el mes. Hemos llegado a la mitad del año 2018 con poco silencio. Pero esa no es la razón del título de este post, la falta de silencio.

En el Centro Munti recibimos muchas visitas. Personas, amigos que vienen muchas veces desde lejos, para poder ver y sentir en persona todo lo que transmitimos a través de imágenes y escritos como este. Son personas que nos siguen desde hace tiempo, y que al llegar reconocen a personas como Hortensia, “te he visto en la página web”, le dicen y Hortensia, orgullosa le responde, «sí… es que yo fui la primera trabajadora de Khanimambo. Llevo 11 años aquí…» y su mirada encuentra la admiración de Andreas, un alemán que apenas puede creer lo que nuestra querida Hortensia ha logrado con su trabajo.

Pasean por el Centro y a veces –no exagero- con la boca abierta. Se ríen al reconocer rincones que habían imaginado muchas veces, pero que al vivo, cobran un sentido mucho más amplio de lo que una foto puede representar. Esto pasa muchas veces con nuestra biblioteca que, verla en persona llena de adolescentes con libros abiertos, es sin duda emocionante.

La enfermería la solemos dejar para lo último y siempre la presento como el caramelo de Khanimambo. Cuando ven a una niña tumbada en la cama con sábanas limpias y blancas, mientras suda la malaria, entienden más que nunca que el dulce de Khanimambo, significa en verdad, el bienestar de los niños.

Hoy hemos recibido una visita muy especial, aunque confieso que todas lo son. Cada una de las visitas es increíble. Nos dejáis palabras, consejos y sensaciones que nos ayudan a seguir trabajando. Corregimos cosas con vuestras ideas e impulsamos más el detalle con vuestras apreciaciones.

La huella del silencio ha sido la conclusión a la que ha llegado Marisol y me ha ofrecido tras una tarde compartida en el Centro Munti, y que le he dicho que iba a publicar. «Lo que vos haces…» decía nuestra amiga argentina, «es una huella del silencio. Porque el resultado de vuestro trabajo, no es este, será el futuro de cada uno de estos pibes. Ahora no lo ves pero les dejas una huella, en silencio, que les cambiará su vida».

Amigos y amigas gracias por venir, y por regalarnos tanta motivación.

Os recordamos que el Centro Munti es un espacio donde aprendemos a ser y a estar en la vida. No es un colegio, ni un centro de acogida. Cada día trabajamos 35 personas para 350 niños, y os recibimos con mucho gusto, normalmente los viernes es el día que tenemos más tiempo para atenderos como nos gusta.