La inclusión como valor indispensable en Khanimambo. Y en la sociedad.

Nos espanta y entristece mucho ver como niños y niñas con distintos grados de discapacidad son rechazados sistemáticamente en las escuelas públicas y en la sociedad en general.

Podemos entender que los medios son escasos y que faltan profesionales especializados para ayudar a las familias y a las escuelas. Lo que no podemos aceptar es el desprecio general ni conformarnos con el abandono al que son sometidos algunos de estos niños.

En Khanimambo siempre hemos abierto las puertas a chicos y chicas con Síndrome de Down, sordomudos o con distintos grados de discapacidad intelectual o física. No sin dificultades, por supuesto ya que también hemos tenido que hacer frente a la falta de medios y de profesionales.

Pero hay un elemento que está por encima de todo y que nos ha llevado a hacer de todo para integrarles en nuestras actividades, en el centro nutricional, en las aulas… En Khanimambo participan de actividades colectivas sin perder de vista sus necesidades individuales. Este elemento se llama humanidad, algo de lo que carece gran parte de la sociedad.

Una historia de crecimiento y superación compartida

Adelaide, quizás el ejemplo más paradigmático, entró en Khanimambo siendo muy pequeña. Ella es sordomuda y cuando llegó ninguno de nosotros tenía formación en lenguaje de signos ni en nada que le pudiera ayudar significativamente, pero tuvimos toda la paciencia del mundo para conseguir establecer códigos de comunicación y de aprendizaje mútuo que hoy le han llevado a ser la responsable del taller de costura de Khanimambo.

Actualmente trabaja en el Centro Munti, recibe un salario digno que le permite, entre otras cosas, a mantenerse de forma independiente, a construirse una casa, y ayudar a su familia. Y no es la única. Dario y Adérito son dos jóvenes indispensables en el equipo de mantenimiento de Humbi y también crecieron en Khanimambo.

Por el camino perdimos a Alvina, a Luís, a Chico y a otros con problemas de salud extremos o envueltos en una realidad social demasiado dura. Nos reconforta un poco saber que mientras vivieron recibieron la alegría, el calor, la compañía y los cuidados de la familia Khanimambo.

A todos ellos les siguen hoy los «Passarinhos del Centro Munti». Carola, Frenk, Sergio, Whitney (Samira), Enio Vasco, Domingos, Ananías y Stembile, cada uno con su particularidad (quién no la tiene) y con sus necesiades específicas. Lo bueno es que ahora estamos mucho mejor preparados para atenderles y para adaptar nuestras actividades a su realidad.

Ayúdanos a seguir apoyándoles.

Fotos: Joaquim Armando Sitoe

Stembile, jugando en el Centro Munti.