La Mafureira es un árbol común en la zona de Xai-Xai que da buena sombra. Debajo de ella se reúne la comunidad para tratar temas importantes que afectan a todos. Su fruto, de color rojo intenso, se recoge en la época de verano austral, se despoja de su cáscara y se pone en remojo dentro de botellas de agua que luego se llevan los niños a todas partes.
Empezamos una nueva etapa en las comunicaciones de Khanimambo. Desde los inicios de 2015 trabajamos en el Centro Munti y esta evolución requería a gritos una imagen fresca que acompañara el cambio tan importante que supuso el traslado a unas instalaciones nuevas y llenas de colorido, de libros, de manualidades, de sueños y proyectos que ya llevamos a cabo con muchísima ilusión. La misma ilusión que nos contagió Alexia desde que llegó a Mozambique.
Una de las primeras imágenes que recuerdo de Alexia, que me envió desde Xai-Xai allá por el 2007, es esta que encabeza el post, en la que apreciamos una reunión debajo de un gran árbol. En ralidad son dos árboles y uno de ellos es una mafureira -el otro es un mango-. Sabido es que en muchos lugares de África es a la sombra de estos grandes árboles -ya sean mafureiras, mangos, baobabs o fromagers– donde se exponen ideas, se debate y se toman las decisiones importantes.
En el Khanimambo de antes, el de la casita blanca y verde -blanca y azul en los inicios- teníamos dos mafureiras. Además de proporcionar sombra y mafura a los niños de Khanimambo, una servía de párking (siempre había un coche debajo) y la otra para lo que es debido, o sea para la vida social. Bajo su sombra pasamos largas e intensas jornadas debatiendo sobre como prevenir enfermedades, oyendo testimonios, aprendiendo sobre las costumbres locales, llorando pérdidas, viendo actuaciones de los niños de Khanimambo, recibiendo a las autoridades, jugando, pintando, bailando, haciendo pompas de jabón…
Debajo de aquella mafureira vimos nacer a Kafuna que debe su bonito nombre a una curiosa combinación de sílabas fruto de haber nacido en KAnimambo, bajo la maFUreira, asistida por CeliNA, una de las mamás cocineras de Khanimambo. Así, sin más.
Cuando construíamos Munti, tuvimos que deshacernos de 4 o 5 árboles de tamaño mediano porque ocupaban el espacio donde había que levantar los edificios. De los árboles originales que había en el terreno, solo queda uno, justo al lado del área de juegos. ¿Adivináis qué árbol es?
Seguro que sí. La mafureira actual no es muy grande, todavía, pero ya da sombra a los más peques cuando salen al recreo y la regamos con mucha dedicación para que llegue a ser lo que fueron las otras dos mafureiras del antiguo Khanimambo. También hemos plantado naranjos, eucaliptos, palmeras y acacias pero ninguno de estos árboles se asoma por ahora, ni de lejos, a la presencia, la serenidad, el equilibrio ni goza del estatus que ya hemos otorgado a la mafureira. Al fin y al cabo, es el único árbol que aquí estaba, antes de que llegásemos y ocupáramos este lugar, un respeto.
Nuestro querido Blog, con más de 130 entradas ya, merecía un título, ocupar un lugar en la blogosfera y hemos pensado que nada mejor que A la sombra de la mafureira ilustraba este espacio virtual reservado a la información, la opinión y el debate.
Te animamos a venir pues, a sentarte debajo de la mafureira. Comenta, escríbenos, nos importa saber que piensas, que opinas. Envíanos fotos de los eventos que hacemos. Si has estado en Xai-Xai, cuéntanos tu experiencia, pues es entre todos que construimos esta sección. También recomendamos que rescatéis entradas antiguas, si queréis conocernos mejor, ver el camino que llevamos andado, junto a ti.
Pues bien, ha caído la noche, estamos sentados bajo un árbol enorme y una muchacha me ofrece un vaso de té. Oigo hablar a gentes cuyos rostros, fuertes y brillantes, como esculpidos en ébano, se funden con la inmóvil oscuridad. No entiendo mucho de lo que dicen pero sus voces suenan serias y solemnes. Al hablar se sienten responsables de la Historia de su pueblo. Tienen que preservarla y desarrollarla. Nadie puede decir: leedla en los libros, pues nadie los ha escrito; no existen. Tampoco existe la Historia más allá de la que sepan contar aquí y ahora. Nunca nacerá esa que en Europa se llama científica y objetiva, porque la africana no conoce documentos ni censos, y cada generación, tras escuchar la versión correspondiente que le ha sido transmitida, la cambia, altera, modifica y embellece. Pero por eso mismo, libre de lastres, del rigor de los datos y las fechas, la Historia alcanza aquí su encarnación más pura y cristalina: la del mito.
Ryszard Kapuściński en Ébano