A Silva le conocí de noche en Khanimambo, y no hubo manera de poder hacerle su primera foto con luz de día para mandarla a su madrina. Trabajaba de sol a sol para ayudar a su madre. Es el mayor y, antes de que Khanimambo mirase por su futuro, su único cometido era ser el hombre en casa y ayudar a comprar comida para sus 3 hermanos más pequeños. Tenía 11 años, y había tenido que dejar los estudios.
En Mozambique la educación primaria es en teoría obligatoria y gratuita. Obligatoria hasta que la madre decide que no puede asumir el coste que supone el uniforme, el material y las tasas de los exámenes, además del expediente escolar. Un alumno en 5º de primaria, como lo fue Silva hace 6 años, supone un coste de 15 – 20€ anuales.
Cuando retomó sus estudios, conocía ya la dureza del trabajo, y se agarró a Khanimambo con fuerza sabiendo que esta suponía su verdadera oportunidad para mejorar su futuro. No le gustaban demasiado las normas ni tampoco las actividades de grupo. Pasaron dos años hasta que participó voluntariamente en las olimpiadas aún y siendo un buen deportista. De más bien pocos amigos, lo único que de verdad le hacía sonreír era un sobresaliente en el colegio. ¡Menos mal que estos abundaban, así vimos cómo Silva empezaba a recuperar su felicidad!
El cambio definitivo llegó al terminar primaria. Hubo una anécdota muy graciosa en la reunión que mantuve con los cinco niños que debían empezar a pensar en sus metas. Les puse un ejemplo para demostrarles que si querían podrían llegar a ser electricistas… Acordamos que cada uno debía pensar en lo quería ser de mayor y después venir a hablar conmigo. Pocos días después ¡todos querían ser electricistas!
Empezamos así a buscar salidas profesionales en internet, y a Silva se le iluminó la cara frente a la Wikipedia. Tengo grabada su imagen y espero no olvidarla nunca cuando le vea convertirse en el ingeniero eléctrico que desea ser. Desde entonces, vamos investigando e imprimiendo más y más acerca de su sueño. Él guarda todo lo que imprimimos, subraya palabras que no entiende y después las buscamos de nuevo en Internet.
No sé hasta dónde llegará, quién sabe… pero estoy segura que seguirá aprovechando esta oportunidad tan bien como hasta ahora. Es cuestión de actitud. Y él nos demuestra a diario lo mucho que desea llegar alto. De pronto, este es su segundo año dando clase y ayudando a los niños de 8º. Sus notas de matemáticas son brillantes y le han convertido en el profesor más joven del equipo de Khanimambo.