Ponerse a hablar de desarrollo y cooperación con la que está cayendo en España y en la inmensa mayoría de los países desarrollados, puede resultar, para muchos, un sin sentido: “arreglemos lo nuestro y luego echemos una mano al resto”.
Sin embargo, dado que la crisis es mundial, que las economías son hoy más interdependientes que nunca, y que el mundo del siglo XXI es cada vez más vulnerable a las ingentes bolsas de caos social y económico del Tercer Mundo, puede que, poner encima de la mesa cuestiones de Desarrollo y Cooperación no sea una mala idea.
Ni qué decir tiene, además, que esta crisis mundial tiene un mayor impacto en las economías más débiles y que son precisamente estas economías las que, seguro, no han contribuido a esta turbulenta inestabilidad del sistema financiero. Estados de renta muy baja para los que, la volatilidad en el precio de los cereales -base de su alimentación-, marca la diferencia entre que cientos de miles de personas coman o pasen hambre.
Paul Collier, director del Centro de Estudios de Economías Africanas en la Universidad de Oxford y anteriormente Director del Departamento de Investigación para el Desarrollo del Banco Mundial, en su libro El Club de la Miseria, qué falla en los países más pobres del mundo, identifica las 58 naciones más pobres del planeta; sociedades que viven realidades del siglo XIV con sus guerras civiles, epidemias, hambrunas, analfabetismo e ignorancia. De estos 58 países que forman el «Club de la Miseria» y en los que habitan más de 1,000 millones de personas, el 70% son estados africanos.
“Como no se trata de un elenco en el que ningún país desee figurar”, argumenta Collier, “y como, además, catalogar un país equivale poco menos que a formular una profecía que tiende a cumplirse, me abstendré de incluir un listado de las naciones.”
Lamentablemente, podemos suponer que Mozambique, que ocupa los puestos más bajos en todos los indicadores de desarrollo con un IDH (Índice de Desarrollo Humano) en 2010 que le sitúa en el puesto 165 de 169 países analizados, una esperanza de vida que no supera los 49 años, una tasa de escolarización secundaria de 6,2% y 400.000 niños huérfanos del SIDA, es uno de los países del Club de Collier.
Estamos donde tenemos que estar. La Fundación Khanimambo está donde tiene que estar. Cerca de una sociedad anclada en el pasado y con enormes carencias, que necesita que se activen todos los mecanismos nacionales e internacionales que propicien un desarrollo sostenible.
Estamos donde tenemos que estar. Trabajamos en el terreno en clave de mutualidad: construyendo codo con codo con la comunidad de Xai- Xai un presente en el que se reconozca que los derechos humanos son títulos que nos pertenecen por el simple hecho de ser humanos.