En junio de 2009, Alexia me regaló unas alas al proponerme sumarme al equipo de la Fundación Khanimambo. Tres meses en Praia de Xai-Xai, en mi primer viaje a Mozambique, junto a las familias que forman parte de Khanimambo, dieron cuerda a estas alas que llevan impulsándome desde entonces.
El contagioso entusiasmo y el compromiso sin fin del alma mater de este proyecto, admirada compañera y amiga, me hicieron sospechar entonces que empezaba a dedicar mis días profesionales, que también personales, a algo grande y precioso, casi mágico. Pero no podía imaginar que, casi tres años después, de esa mochila que todos cargamos y que vamos llenando día a día, pudiese rebosar tanta autenticidad, tanta sabiduría regalada de los desposeídos de las necesidades más básicas, tanta luz. Inmensa gratitud.
Estamos juntos y seguiremos juntos, aunque haya llegado el momento de poner un punto y seguido en nuestros caminos.
Un nuevo proyecto me precipita a Burundi y me mantendrá alejada del día a día de Khanimambo por un tiempo. Pero, irremediablemente, seguiré militando muy de cerca en sus filas, persiguiendo que cada vez más niños y niñas con nombres y apellidos tengan un futuro con mayores oportunidades. Sé que esté donde esté, haga lo que haga, Khanimambo estará conmigo y yo estaré con Khanimambo. Mi apuesta personal por Khanimambo no entiende de fronteras.
Un lujo. Un regalo haber podido dedicar mis primeros años a profesionales a Khanimambo. Probablemente hoy la palabra Khanimambo (Khanimambo = Gracias), tenga más sentido que nunca para mí.
Khanimambo por haberme enseñado qué es lo que de verdad importa en la vida. Khanimambo por haberme hecho partícipe de vuestras vidas, familias de Khanimambo, de tantas alegrías y penas, de tantos retos y sueños. Khanimambo a todos los que desde aquí creéis y apostáis por este Proyecto. Muchos habéis traspasado con creces la solidaridad indolora, entregándoos al cien por cien.
Khanimambo es familia. Khanimambo es estar. Khanimambo es responsabilidad. Khanimambo es Paciencia, Naimito, Carlitos, Rael, Horculano y Ernesto Damiao. Khanimambo es Agustín, Cristina, Sonia, Sergio y Laura. Todos somos Khanimambo. Todos construimos Khanimambo, cada uno desde la posición que ocupamos en el mundo. Nos necesitamos por igual, aunque nosotros nunca seremos ellos y ellos nunca serán nosotros.
En el dossier de voluntariado advertimos a los potenciales voluntarios: “este es un viaje de ida sin billete de vuelta. Y la vuelta, te preguntarás, ¿para cuándo?” Sólo ahora siento que, efectivamente, no hay billete de vuelta.
Una vez que Khanimambo anida en tu corazón, «la fuerza positiva de Khanimambo» (tomando prestadas las palabras de Arcelia, sabia khanimambera de 13 años) arrasa sin piedad todas las parcelas de tu vida volviéndose peligrosamente adictiva.
Estamos juntos, seguiremos juntos. Khanimambo siempre.