Marta es brasileña, tiene 35 años y vive en España desde 2005. Es psicopedagoga especializada en personas con discapacidad. Es la segunda vez que viene como voluntaria y me gustaría destacar de ella además de su pasión por educar, su energía, su hiperactividad -mientras hablamos no ha parado de recortar letras de abecedario para los más peques- y que, cuando viaja, no sale de casa sin regalos para la gente que quiere, sin aceite de oliva virgen extra y sin un buen surtido de herramientas y material de ferretería.
¿Cómo tú por aquí de nuevo, Marta?
En 2016 estuve aquí un mes y medio con estos niños y con este equipo y me di cuenta de que se podía hacer más. Hablé con Alexia con algunas propuestas para implementar y aquí estoy.
Cuéntanos un poco como es tu día a día en el Centro Munti.
Empezamos muy temprano. A las 6:45 ya estoy organizando las filas para el desayuno. Es algo que me encanta porque he descubierto que formando fila cantando canciones y haciendo cuatro juegos, los niños responden mucho mejor que con órdenes tipo «venga, todos a formar fila!». Me gusta mucho darles los buenos días. Después del desayuno intervengo en las clases con los educadores. He estado analizando un poco las dinámicas que utilizan para ver qué podemos mejorar. Otra parte muy importante de mi tiempo lo he dedicado a una niña muy especial que convive con un síndrome raro llamado X Frágil. En general trabajo mano a mano con el equipo educativo.
Uno de tus lugares favoritos del Centro Munti es la biblioteca…
Sí! La biblioteca es un espacio maravilloso al que se le puede sacar mucho partido. Vi que los libros estaban ordenados aunque no por temáticas infantiles y juveniles de forma que les pueda interesar, así que me arremangué y le dediqué un buen rato a dejarla atractiva. También he puesto en marcha el Club de Lectura, una actividad de todos los viernes que dedicamos a los talentos. Se puede hacer mucho: teatro de sombras, títeres, poesía, lecturas en grupo, ejercicios de comprensión lectora… Me gustaría que continúe cuando yo me vaya.
¿Y los sábados? ¡Has venido al Centro Munti todos los sábados!
¡No estoy aquí de vacaciones! (risas) He venido a trabajar y los sábados me ofrecen la oportunidad de acercarme a los profesores y de llevar a cabo dinámicas de grupo que, durante la semana, con la vorágine del día a día y el jaleo de los niños, es imposible. Los sábados los he dedicado a impartir formación docente, contenido educativo y fundamentación teórica a los educadores. Y todo desde un abordaje participativo. ¡Ha sido muy divertido! Hemos hecho papel reciclado, palomitas, jueguetes con botellas de plástico… me han dicho que una de las cosas que más le preocupa es como impartir clases con pocos recursos materiales. Y también hemos trabajado eso. Hemos llegado a la conclusión de que se pueden conseguir buenos resultados aprovechando nada más que el talento innato de los niños.
¿Cual ha sido el mayor desafío de tus voluntariados en Khanimambo?
Bueno, primero de todo tengo que decir que he notado un cambio muy positivo desde la primera vez que vine. Una de las cosas que sentí el año pasado es que el equipo educativo no tenía muy interiorizado un concepto fundamental de Khanimambo que es la «modernidad», el espíritu innovador que rompe con los moldes clásicos de la educación en Mozambique. Es algo muy dificil de conseguir, implantar un modelo así, porque los profesores no han tenido la oportunidad de conocer algo parecido antes, pero poco a poco va calando… Otro aspecto al que hay que dedicar tiempo es a la aceptación e integración de niños y niñas con necesidades especiales. Alvina abrió camino en ese aspecto y hay que aprovechar todo este aprendizaje. Me he centrado bastante en ofrecer técnicas y pautas para orientar a los profes en ese sentido.
La semana pasada en una reunión de profesores, vi que habías dibujado un esquema en la pizarra con las tareas específicas de cada uno. ¿Falta organización en Khanimambo?
El Centro Munti, como cualquier centro educativo, requiere de una organización meticulosa. El año pasado ya existía planificación y organización aunque, una vez más, el equipo no la aplicaba de forma óptima. Este año ha mejorado mucho y como siempre se puede ir un poco más allá creo que es importante que todo el mundo sepa donde tiene que estar en cada momento. No hay lugar a la improvisación cuando 300 niños te miran y quieren aprender de ti. Uno de los puntos flacos que he detectado es que el ritmo de trabajo va disminuyendo a lo largo del día, especialmente en esta temporada de calor, pero claro aquí hay dos turnos y los niños de la tarde merecen la misma atención que los de la mañana.
¿Nos dejas deberes cuando te vayas?
Todo lo conseguido hasta ahora es impresionante. Me quito el sombrero. Ahora lo que hay que hacer es mantener y seguir perfeccionando. Los profesores ya saben planificar y gestionar el tiempo, tienen esas nociones, y esto es algo positivo que se asimila con la constancia y con el trabajo diario. No se puede descuidar. Yo os animo a que sigáis trabajando como hasta ahora desde ese ambiente mágico que lográis tan rico en estímulos. Lo de los Miércoles de Cultura General es maravilloso, no tengo palabras!