¿Qué está pasando en Khanimambo?

Me pregunto al llegar cada mañana y encontrarme con los niños en fila cantando una canción, con las manos recién lavadas y sus caritas sonriendo mientras todo el equipo les pregunta con complicidad a cada uno por algo personal.

Centro Nutricional de la Fundación Khanimambo

En fila para entrar a desayunar

¿Qué está pasando en Khanimambo?

Reflexiono al sentarme en mi mesa y ver que ya 40 personas trabajamos cada día por el bienestar de los 350 niños y niñas: peques y jóvenes de Khanimambo. 40 personas que con máxima responsabilidad sabemos empezar el día a tope, y lo acabamos con la sensación de haber llegado a la meta.

Lucia, panadera de la Fundación Khanimambo.

Lucia, trabajadora de Khanimambo. Hace pan todas las mañanas para 350 niños y niñas.

¿Qué está pasando en Khanimambo?

Cuando por primera vez me dirijo a una fila de hombres, todos padres de los niños a los que llevamos años ayudando, y que hasta hoy no habían venido a dar la cara por ellos, por su educación y su familia. Hombres, ayer todos ellos con recelo de que una mujer blanca fuera a ayudar a criar a sus hijos y que hoy ya sonríen con un gesto de aprobación, orgullosos de ver a sus hijos mejor.

Acuerdo de compromiso en la Fundación Khanimambo

Tia Ivone conversando con un padre. Hasta ahora eran muy pocos los que venían.

¿Qué está pasando en Khanimambo?

Sonrío para mí misma, al escuchar al delegado de los secundarios presentarme una propuesta de cambios en el plan educacional de los mayores de Khanimambo: «Queremos más horas de estudio en la biblioteca», «queremos presentar más temas de cultura general», «queremos venir los sábados tía Alexia», y «proponemos añadir una patata hervida a la pasta de los miércoles ¡para que nos llene más!»

Hilario, delegado de alumnps de la Fundación Khanimambo

Hilario, delegado de alumnos, hablando en una reunión de secundaria.

¿Qué está pasando en Khanimambo?

Me digo, al tragar saliva, y evitar ponerme a llorar escuchando a Guida, nuestra secretaria del Programa de Nutrición, cuando me explica que ella siente que tiene el deber de ayudar a otra persona después de haber sido ayudada con sus tres hijos en Khanimambo, y que ha decidido, aunque sea, cambiarle la vida a alguien que no tenga posibilidades de hacerlo por si mismo. Ha acogido a una niña de 15 años que solo ha estudiado hasta segundo de primaria, y la veo segura de querer educarla ella misma.

Tia Guida de la Fundación Khanimambo

Tia Guida, repartiendo besos como tan bien sabe.

Lo que está pasando es que 2018 trae una energía especial, porque estamos ya con la cuenta atrás de otros 10 años de Khanimambo. Que por fin hemos llegado al lugar donde pertenecemos todos, hacer del mundo un lugar mejor.