“Tienes dos problemas: uno es que eres una mujer y otro que eres blanca”
Han sido varias las veces que me han dicho esto. Y más las que he sentido el enorme reto que supone hacer lo que hago en Mozambique, por el tipo de trabajo y además por ser mujer y blanca. Pero no son las dificultades o la magnitud de los retos lo que nos desanima a quienes luchamos por un mundo más justo, aunque muy a su pesar seamos mujeres.
En mi persistencia por demostrar que mis problemas son en realidad otros, he encontrado amparo en mujeres, enormes desafiadoras que lograron mucho en un mundo que se empeñaba en anular sus capacidades. Son muchas las que que han puesto nombre a la lucha por un mundo más justo e igualitario, y es por ellas que creo que todo es posible. Y es desde Mozambique, desde una ciudad como Xai-Xai, donde me uno al grito de que no estamos dispuestas a seguir escuchando que ser mujer es un problema.
En un país predominantemente machista, encuentras empresarias como Argentina. Que empezó su carrera hacia el éxito pelando ajos. Hoy tiene contratos de millonarios al servir catering a la mayoría de empresas públicas y privadas de Xai-Xai; también encuentras mujeres viajeras que pasan por aquí y nos dejan entrar en su mochila aventurera para llenársela con nuestra marca de energía y admiración; jóvenes madres que estudian por la noche sin que la maternidad prematura les frene en su verdadero deseo de formarse profesionalmente; y también se encuentran aquí mujeres que con 6 hijos deciden empezar de cero, sin miedo a la oscuridad de esas noches en las que el mundo se nos viene encima por la carga de responsabilidad que tenemos, sin ser reconocidas.
Por increíble que parezca, una falda corta es aún aquí un desafío y por suerte son cada vez más piernas las que iluminan a mujeres profesionales dispuestas a romper el molde hecho por hombres que no encaja con nosotras. Igualmente increíble es que una joven Gobernadora sea desacreditada por un montaje de fotos pornográficas a los tres días de ser investida la persona que dirigirá en la provincia de Gaza, a lo largo de los próximos 4 años, a unos hombres muy acomodados en el poder. “Mi fuerza cada día es demostrarles que soy capaz de hacer muy bien mi trabajo”, y la respuesta de Stella Graça da Pinto Novo Zeca me suena como un grito unánime que todas las mujeres tenemos dentro. Y tenemos alrededor millones de ejemplos que son imposibles de creer pero que su cruda realidad nos aterriza en una lucha que tenemos que emprender juntas.
Admirarnos, unirnos y levantarnos con nuestras faldas cortas, con la convicción de saber dirigir y gestionar con máximo rigor, con la valentía de viajar solas o ser madres solteras, o estudiar y formarnos en lo que nos dé la gana, con la seguridad de ser buenas profesionales y con el orgullo de ser educadoras de la generación que mira y aprende precisamente de nosotras que el mundo está cambiando y ni la menstruación es un tabú, ni estar casada y tener hijos nuestra única opción de futuro. Nos hemos levantado para ser reconocidas por nuestra aportación a la sociedad, y es así que vamos a llegar a la conclusión de que ser mujer dejó de ser un problema.