Esta carta está escrita por Marta Fernández, voluntaria en el Centro Munti en febrero de 2022, en el Programa de Salud.

Khanimambo es un lugar donde van los niños para crecer como personas

Mi aventura con Khanimambo empezó un poco antes de llegar a Mozambique. Desde el primer contacto, las impresiones fueron buenas y sentí que era el proyecto en que quería embarcarme. La preparación del viaje vino llena de imprevistos y adversidades que casi me hacen desistir. Pero en todas ellas, el equipo de Khanimambo me apoyó para conseguir sacar adelante esta aventura. Tanto así, que antes mismo de aterrizar en Mozambique, ya pude sentir el cariño de todo el equipo y ya estaba deseando llegar para conocer a toda esta gente.

Me recibieron Alexia, la fundadora de Khanimambo, y Eric, y me explicaron de primera mano la historia y los primeros pasos de Khanimambo. Historias que muestran la dedicación que esta familia tiene por este proyecto y todo lo que implica. Fue en este momento que entendí que Khanimambo tiene una dimensión mucho mayor de lo que yo había imaginado.

Khanimambo no es solo un lugar donde los niños van para complementar la enseñanza básica de la escuela. Es un lugar al que van para crecer como personas. Aquí los niños tienen apoyo en distintos componentes de su vida que son esenciales para el desarrollo de sus capacidades.

Marta, durante su voluntariado en la enfermería del Centro Munti

Marta, durante su voluntariado en la enfermería del Centro Munti

No tengo ninguna duda de la gratitud y del impacto que estas familias sienten

En el día a día he podido verificar cómo los niños aprenden algunas reglas, límites y valores que les ayudan a crecer y a andar hacia un futuro de éxito. Éxito este, que además de traer frutos a nivel personal, contribuye también al desarrollo de las personas que les rodean y de la comunidad en general. No solo los niños de Khanimambo se benefician directamente de esta ayuda. Los padres, tutores y familias se incluyen en varios proyectos.

Tuve el placer de contactar con las mismas, de estar presente en momentos de celebración y de agradecimiento y no tengo ninguna duda de la gratitud y del impacto que estas familias sienten. ¡Las canciones y los momentos de danza no faltan en estos encuentros!

Todo esto no sería posible sin los integrantes del equipo de Khanimambo. Todos ellos también historias de éxito y superación. Muchas de estas personas empezaron como niños y niñas de Khanimambo. El buen ambiente y el cariño que encuentras en este equipo, dedicado cada día a marcar una diferencia, no pasa desapercibido y tuve el privilegio de ser acogida en él.

Desde el primer día me sentí integrada por todas las personas. Se preocuparon por mi viaje y por como me encontraba a mi llegada. Siempre tuve un lugar en la mesa donde probar el maravilloso pan producido en el Centro Munti, mientras me hablaban de Mozambique y de los mozambiqueños.

Hasta en los juegos de 4 en raya del tiempo de descanso fui integrada! Tengo que reconocer que nunca imaginé que hubiera tanta estrategia detrás de este juego y por suerte algunos jóvenes profesionales de Khanimambo me enseñaron algunos trucos.

Marta con sus colegas de la enfermería.

Angélica, Marta, Custodia e Isabel, de la enfermería de Khanimambo.

Detrás de cada niño y de cada persona que pasa por aquí, se percibe una pequeña diferencia

Me siento mu afortunada por haber conocido esta fundación y esta comunidad que entendí que forman una gran familia. Encontré una realidad con varias dificultades, pero con personas de fuerza infinita para superarlas.

Ya es posible ver los frutos de este proyecto social en la comunidad y tengo la certeza que todavía podremos ver muchos más. Cada día, detrás de cada niño y de cada persona que pasa por aquí, se percibe una pequeña diferencia. Todo tiene un motivo y una historia, nada es porque sí, y pienso que esto es en gran parte lo que hace especial a Khanimambo.

Me vuelvo muy feliz por la oportunidad de haber colaborado con esta familia y ya estoy con ganas de volver algún día.

¡KHANIMAMBO!