Si hacemos un repaso de los grandes hitos que marcaron las políticas educativas en muchos países de África subsahariana, el año 2000 marcó un antes y un después: es el punto de arranque de una nueva agenda en materia de desarrollo que se basa en la definición de ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), cuya realización pretende ser alcanzada en 2015. El segundo Objetivo contempla lograr la enseñanza primaria universal.
Desde entonces, la búsqueda de la consecución de este objetivo ha ido fomentando la implementación de medidas políticas –altamente promovidas por países donantes y distintos organismos de desarrollo– que pretendían garantizar el acceso generalizado a la educación primaria con una tasa de finalización muy alta.
Pero, ¿Cuáles han sido los resultados en Mozambique?
Por un lado, los esfuerzos realizados en este país para avanzar hacía la consecución de este objetivo han sido patentes. Por ejemplo, en 2008 se contrataron 20.000 docentes y se construyeron 3.000 nuevas aulas[1]. Se consiguió aumentar la tasa de matriculación de primaria, pasando del 76% en el periodo 2003-2006 hasta un 92% en 2008-2011. No obstante, si la tasa de matriculación de los niños en edad escolar de este primer ciclo ha registrado una cobertura ampliamente satisfactoria, esta mejora no se ha traducido en un porcentaje igual o mayor de niños que lo han aprobado, todo al contrario. Más del 60% de niños matriculados acaban fuera del sistema escolar antes de terminar la primaria.
Por lo tanto, ¿Qué se puede esperar del papel de la educación primaria si no consigue ser una palanca capaz de promover la igualdad de oportunidades? ¿Qué factores impiden asentar las bases de una educación primaria universal? En la víspera del año 2015, esta meta parece inalcanzable a corto plazo. No obstante, ¿En qué ámbito podemos trabajar para mejorar esta situación?
En primer lugar, conviene entender las principales razones de las carencias que afecta el sistema educativo en Mozambique, un país que destina aproximadamente un 5% de su PIB a la educación (Informe de Desarrollo Humano, 2013, PNUD). Nos encontramos con un 41% de profesores que, según la UNESCO, carecen por completo de formación[2]. Y con un déficit en materia de infraestructuras escolares que dificulta muchísimo la práctica educativa.
De aquí viene una de las criticas más recurrentes que se suelen encontrar cuando se analiza el estado de la educación primaria en muchos países en desarrollo: la que gira en torno a la práctica que consiste en hacer más con menos, es decir en llenar las aulas de alumnos sin un incremento proporcional de profesores y recursos educativos.
En efecto, el punto de mira hasta hora se ha centrado sobre todo en extender a toda la población el acceso a la educación, aplicando la gratuidad de la enseñanza primaria y su obligatoriedad en cuanto a los primeros cursos. El principal resultado fue un aumento considerable de los efectivos del alumnado asistiendo a las clases.
Tal como lo describe el informe Estudio sobre Educación. Mozambique (IEPALA, 2010) el “incremento de las ratio alumnos/profesor” desembocó en “un descenso de la calidad de la enseñanza”. En consecuencia, es normal que se reproche el malbaratamiento de muchos esfuerzos que fueron realizados hasta la fecha en el ámbito educativo, generando una situación paradójica en la que los alumnos no consiguen aprender.
En un momento en el que el fracaso del cumplimiento del ODM2 está a punto de ser un hecho reconocido en muchos países, numerosos debates surgen para hacer frente a esta crisis educativa. Por ejemplo, se está apuntalando la necesidad de emprender reformas para implementar modelos más descentralizados y flexibles con el objetivo de fomentar una gestión más participativa y acorde con las necesidades locales.
En Khanimambo, nuestra aportación busca jugar un papel importante en este proceso de cambios y mejoras a escala local. La organización de las clases de refuerzo escolar ha ido integrando desde los inicios un trabajo conjunto con los profesores de la enseñanza primaria pública, con el fin de promover modelos educativos más participativos, gracias a la implicación de todos los actores (padres, profesores, comunidad) y con la preocupación constante de reconocer la necesidad de realizar un seguimiento muy personalizado de cada alumno y de fomentar un profesorado formado y lo más importante: motivado.
Si lo deseas puedes ayudarnos a conseguir esta meta.
[1] http://old.ei-ie.org/developmentcooperation/es/news_detail.php?id=1241&theme=development&country=global